Almas gemelas by Deepak Chopra

Almas gemelas by Deepak Chopra

autor:Deepak Chopra
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico
publicado: 2013-08-09T22:00:00+00:00


Segunda parte Las lecciones del amor

7

El amor no es algo que tú sientes. Es en lo que te conviertes.

Diario de Raj Rabban

El cuerpo de Molly se expuso en la capilla funeraria a las seis de la tarde. Llevaba un traje de noche negro y unos zapatos de piel de tacón alto que Raj había traído. La empleada de la funeraria se quedó perpleja unos instantes cuando Raj le tendió la ropa. Entonces Raj pensó vagamente que a las mujeres no se las entierra vestidas de fiesta. Era lo primero que había encontrado en el armario de Molly, el corazón palpitándole de forma incontrolada.

—¿Puedo verla? —musitó Raj. La empleada de la funeraria negó con la cabeza y le dijo que no era un buen momento.

La funeraria estaba sólo a unas manzanas, pero le enviaron una limusina para recogerlo. Cuando Raj entró reinaba el silencio. Se sorprendió al ver a papá ji y a amma en la cuarta fila. Antes de que Raj se hubiera armado de valor para hablar con ellos, Maya les había contado que habían roto. Se sintieron desolados; sin embargo, tras contarles Raj algunas cosas de Molly, habían hecho lo posible por aceptar la nueva situación. Pero fue inútil. Mencionaban el nombre de Molly tan pocas veces que Raj dedujo que la rechazaban, así que se emocionó al ver que su pérdida les había dolido tanto que habían decidido asistir al funeral.

Los padres de Molly, los Mahoney, no conocían a Raj. Habían venido en avión desde el Medio Oeste. No había más familia en el primer banco. Como Raj y Molly habían mantenido su relación con tanta discreción, a Raj no se lo consideraba un miembro de la familia, ni siquiera un amigo cercano. Los padres de Molly no parecían muy abatidos, como si se hubieran propuesto no demostrar sus sentimientos. Estaban muy rígidos, mirando al frente con fijeza. Debió de ser decisión suya avisar a un sacerdote católico. Raj se dio cuenta de que su padre se ponía tenso en el banco de madera al empezar la misa. Su madre, que vestía un sobrio sari gris, parecía más perdida y vulnerable de lo que la había visto nunca.

«En el mundo animal, la mujer es la única criatura cuyo rostro puede hacer añicos el corazón de alguien», pensó Raj. Esto era cierto en el caso de Molly, y también lo había sido en el de su madre, cuando era joven y hermosa. Y todavía lo era, aunque de un modo distinto.

La falta de sueño hizo que a Raj le pareciera que la ceremonia transcurría a cámara lenta. Palabras sin sentido zumbaban en sus oídos. Al final se acercó al ataúd.

—Sé que no te has molestado en acudir a este pequeño acontecimiento —susurró Raj—. Tu público tampoco.

Sacó del bolsillo una gardenia de seda arrugada que había ido a parar bajo su cama después de una fiesta, y la colocó sobre el ataúd. La superficie curva de la tapa hizo que la flor se deslizara y cayera al suelo. Raj se alejó sin recogerla.



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